2018(e)ko irailaren 21(a), ostirala
Un sueño hecho realidad
El plan de hoy estaba previsto para ayer, quería auto regalarme por mi cumpleaños la excursión al centro de orangutanes de Semmengoh. Pero al final priorice la visita al hospital.
Me levanté a las 06:00 para coger el bus que me llevaría a Semmengoh. Cuando me desperté estaba diluviando. Desayune y me dirigí a la parada del bus. Fui la primera guiri en llegar y poco a poco nos juntamos unos 10. Estuvimos esperando cerca de una hora hasta que al final, en lugar de coger el bus K6, nos invitaron a coger el A3. Nadie nos dio ninguna explicación pero tampoco hizo falta. Era evidente que la lluvia que caía como si fuera el fin del mundo, era la culpable.
Llegamos a Semmengoh pasadas las 09:00. Semmengoh es un parque gestionado por la administración de Sarawak. Inició su andadura en la década de los 70 con el objetivo de preservar los orangutanes que por diversos motivos (caza, comercio ilegal, deforestación...) se encuentran en peligro. Cuando iniciaron su labor había en el parque unos 10 orangutanes. Hoy día hay unos 30.
Los trabajadores del parque dan de comer en dos ocasiones a los orangutanes: de 09:00 a 10:00 y entre las 15:00 y las 16:00. Le pregunté a uno de ellos acerca de las razones de esta alimentación extra y la verdad es que su respuesta me dejó confusa. Por una parte, me dijo que los orangutanes necesitaban este aporte extra de comida porque en esta temporada (de marzo a octubre) no encuentran tanta comida en la selva. Pero luego se contradijo al decirme que les daban de comer para que los turistas los viéramos. Así pues, me fui del parque sin tener las cosas muy claras.
Nada más llegar, la orangutana más mayor del parque, se puso encima de una barandilla y se dedicó a comer y a posar para nosotros. Fue un momento mágico.
Tuve la suerte de ver muchos orangutanes. Me sentí verdaderamente feliz de ver a estos animales con los que compartimos más del 95% del mismo ADN.
Cuando los trabajadores del parque acabaron de dar de comer a los orangutanes, entré al centro de interpretación dónde pude informarme acerca de la historia del parque y de estos animales.
Pude ver también un par de cocodrilos en una especie de cercado. La verdad es que no pregunte por qué los tenían encerrados.
Tenía previsto volver a las 15:00 al parque para ver de nuevo a los orangutanes, la hora que dura el reparto de la comida me había sabido realmente a poco. La víspera había conseguido que me dieran cita a última hora en el hospital para que me hicieran un cultivo. Sabía que no tenía mucho tiempo para estar en el parque pero aún así decidí arriesgarme y quedarme en los alrededores, en lugar de volver a Kuching. La ciudad más próxima al parque se encontraba a unos 2-3 kilómetros. Decidí ir caminando. De camino, pregunté a una señora que salía a la carretera principal en coche sobre la distancia a recorrer, y se ofreció a llevarme tras dejar a su hija de 5 años en la escuela.
Al llegar a la ciudad y preguntar por el bus de vuelta al parque, otra señora se ofreció a llevarme en su coche. Le contesté que no quería molestarla pero ella insistio. No deja de extrañarme la amabilidad de la gente de este país. Muestran auténtica curiosidad por lo desconocido, en este caso una mujer blanca europea que viaja sola.
La tarde en Semmengoh fue tan mágica como la mañana. Vimos a muchos orangutanes. Me encontraba absorta mirándolos cuando uno de los guardas del parque al que le había comentado que tenía que ir al hospital, me dijo "madame, you must go to the hospital". Y en ese momento me di cuenta que iba muy mal de tiempo. La suerte quiso que llegara al hospital a las 16:45 y entrara en la consulta de la doctora 2 minutos antes de las 17:00. Os recuerdo que por estas tierras los hospitales cierran a las 17:00.
Terminé el día agradecida de todas las experiencias vividas y de toda la gente que se había cruzado en mi camino.
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