Me he levantado temprano con la idea de cambiar de alojamiento. No he dormido bien la noche anterior y el desayuno incluido en el precio que anunciaba el hostel me ha dejado más que alucinada . ¿Desde cuándo se le llama desayuno a un café? Yo desde luego pensaba en que ofrecerían algo más consistente.
He cogido los bártulos, con suerte viajo ligera tras abandonar mi mochila grande en Bangkok hace casi ya dos meses, y me he movido a una guesthouse nueva que hay muy cerca de dónde estaba.
He desayunado y me he dirigido a la cueva Tham Chang caminando. La cueva se encuentra a 1 km al sur del centro de la ciudad. Hay que subir un montón de escalones para acceder a ella. Una vez dentro, está iluminada artificialmente, algo que detesto en los sitios naturales. Como podréis suponer, la cueva no me ha gustado, me ha dejado completamente indiferente. Lo mejor de visitarla ha sido el hecho de sentir fresquito en su interior.
Y lo mejor de lo mejor ha sido el baño que me he dado a la salida de la cueva en un manantial de agua fresquita y transparente.
He comido un sándwich y he vuelto al hostel con la intención de echarme a la bartola. Pero como siempre, los planes han cambiado a última hora y al final he tenido una tarde de lo más aventurera.
Vang Vieng es una ciudad turística que pertenece a la provincia de Vientiane. Está situada junto al río Nam Song y rodeada de un impresionante paisaje karstico salpicado de cuevas y de campos de arroz.
Fue durante años destino de borrachera en el que cada año morían ebrios turistas practicando el famoso tubbing (bajar el río sobre un flotador gigante dejándose llevar por la corriente). En la ribera del río había bares en los que el turista de turno se paraba a "repostar". El estado de embriaguez más las fuertes corrientes del río hicieron que en el 2011 murieran 22 turistas. Tras estos trágicos sucesos el gobierno decidió cerrar muchos de los bares que se encontraban en la ribera del río y cancelar temporalmente la actividad. A día de hoy se sigue practicando pero de manera más controlada.
Pero no todo es tubbing en Vang Vieng. Como ya os he comentado hay montón de cuevas para visitar, se puede hacer kayak, bicicleta de montaña... y hasta se puede volar en globo!
Y eso es lo que he hecho hoy a la tarde. Me apetecía muchísimo probar la experiencia y no me lo he pensado dos veces, ¿para qué tanto pensar? La vida es para exprimirla a tope y beber a sorbos grandes todas las experiencias y oportunidades que nos brinda.
He disfrutado mucho de los 40 minutos de vuelo. Se me han pasado volando, ¡nunca mejor dicho! Hemos ascendido a 880 metros y desde esta altura he podido disfrutar de las mejores vistas de Vang Vieng y alrededores. Os dejo con el reportaje fotográfico que como de costumbre, no hace justicia a la realidad.
El chófer que he tenido por las alturas.
¡Viva el colorido!
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