2018(e)ko irailaren 22(a), larunbata

Parque Nacional de Bako


Nos preparamos temprano con la intención de coger el bus que nos llevaría a Bako. Según nos habían dicho, el bus pasaba cada hora. Llegamos a la parada a las 09:00 pero no vimos ni rastro del bus. Un chico que andaba por las inmediaciones se ofreció a llevarnos por 36 Ringgit. Le dijimos que no teníamos prisa y que esperaríamos al bus. Nos sentamos a la sombra y nos dispusimos a pasar un rato de espera cuando de repente nos vimos rodeadas, literalmente, por un grupo de mujeres. Una de ellas me tiró del brazo y para cuando nos dimos cuenta, la sesión de fotos ya había comenzado.


Al final, el chico se nos volvió a acercar y se ofreció a llevarnos por 10 Ringgit. Como no estábamos seguras de la existencia del bus a Bako, decidimos coger el Grab.
Llegamos al embarcadero a los 40 minutos y tras 20 más de barco pusimos los pies en el Parque Nacional. Al llegar, dejamos la mochila grande en una sala y, como el check-in era a las 14:00, preparamos la pequeña con la intención de salir a patear.
Eran las 11:00 cuando empezamos a andar. La humedad y el calor eran insoportables. Decidimos empezar por el trail número 3 para poder ver monos narigudos o Proboscis. Estos monos son endémicos de la isla de Borneo y este parque contiene una de las familias más numerosas de esta especie. Es por ello que suele ser fácil verlos. Nosotras vimos uno poco después de iniciar el camino y al llegar al final. Estaban sobre los árboles y se les veía bastante lejos. Como le comenté a mi amiga Marine, los monos estaban de huelga, no vimos apenas ninguno.



Después de esta caminata, elegimos los trails 5 y 6 que nos llevarían a Padam Besar y Padam Kecil. La ruta se hizo dura por el calor y la humedad. Sudábamos por todos los poros. Creo que no había sudado tanto en mi vida. El camino no me gustó mucho porque no había mucha vegetación pero al final llegamos a una playa preciosa en la que no había nadie. Disfrutar de ese momento de soledad compensó con creces todo el esfuerzo físico realizado.


Hacia las 16:00 llegamos a la recepción, justo cuando empezó a llover, recogimos la mochila grande y nos instalamos en el hostel. El número de alojamientos está bastante limitado a Bako. Ello hace que el turismo no sea masificado y que haya que reservar con algo de antelación.
El albergue en el que nos alojamos disponía de 3 habitaciones y, casualidades de la vida, comparti habitación con Teresa y Ainhoa de Iruñea. Conectamos enseguida ya que cuando estás lejos de casa, el simple hecho de tener el mismo origen une mucho.
Después de cenar nos acostamos pronto con la idea de madrugar para al dia siguiente poder andar con menos calor. 

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