2018(e)ko irailaren 12(a), asteazkena

Día de templos-cueva

Tenía pensado coger una bici para visitar los templos que hay alrededor de Ipoh. Se trata de refugios espirituales centenarios excavados en roca caliza.
La víspera había conocido a Chong, un malayo de Borneo, y él también quería hacer lo mismo. Al final no cogimos las bicis porque eran para andar por la ciudad y no tenían cambios. En lugar de las bicis cogimos el Grab. Ha sido mi primera experiencia y tengo que decir que me sorprendió de manera positiva. Es más barato que el taxi y con la aplicación en un pis pas te localizan a los conductores más cercanos a tu lugar de origen. En 2 minutos ya teníamos al conductor que nos llevaría al templo-cueva Kek Lok Tong. Tong quiere decir cueva en malayo.
La cueva-templo me gustó mucho. Detrás del templo hay un jardín precioso. Durante la visita me dediqué a sacar fotos a diestro y siniestro mientras mi amigo Chong rezaba ante todos los dioses, o como el decía, les mostraba su respeto.




Tras la visita de este templo, Chong y yo decidimos andar 3'5 km bajo un sol abrasador hasta llegar a Sam Poh Tong.
Se trata de un templo budista muy conocido. Se dice que es el mayor templo-cueva del país. Hay muchas estatuas de Buda diseminadas entre estalagtitas y estalagmitas.



Y después de este templo visitamos otro más que, sinceramente, no me gustó mucho. Quizás influyera en ello la saturación de templos que llevaba encima.


Los jardines con el lago me gustaron bastante más que el templo en sí. Había un estanque con peces a los que la gente daba de comer.


Tras visitar este templo le pregunté a mi amigo Chong si quería seguir visitando templos. Como no le vi muy entusiasmado, le comenté que yo ya estaba cansada de tanto templo. Pillamos otro Grab y volvimos para casa.
Me di una ducha de agua fría, es lo único que apetece en este país, y volví a salir,  esta vez sola. Quería seguir a la caza del street art. ¡Y vaya si lo encontré! Me puse las botas...






Y en el camino también me encontré esta otra obra de arte. ¡Preciosa!


Para terminar el día, me acerqué a Cuncubine Lane. Zona de encuentros amorosos furtivos a principios del siglo XX. En esa época las mujeres se reunían en esta calle con sus amantes casados, a menudo oficiales británicos o ricos comerciantes del estaño.


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