Han sido como unos 40 minutos en bus. Al llegar al parque hay que registrarse pero la entrada es gratuita. No he tenido muchos problemas para elegir el trek que haría porque Monkey Beach y el Canopy estaban cerrados por los deslizamientos causados por las lluvias de los últimos días.
Poco después de empezar a andar hemos visto los primeros monos. Hay que estar muy al loro con ellos porque si te descuidas te birlan lo primero que pillan. Delante mío iba un grupo de personas que en la bifurcación de caminos que había poco después de empezar el trek, ha tomado el camino contrario al que tenía que coger yo.
Así pues, me he quedado un poco paralizada. El sonido de los insectos era ensordecedor, se metía hasta dentro. Como me daba un poco mieditis adentrarme en la jungla sola, he esperado a ver si venía alguien. Al poco tiempo han pasado tres jóvenes malayos y me he unido a ellos. La verdad es que al poco rato me he tranquilizado y he andado muy a gusto. Hacía tiempo que no andaba en la naturaleza y ya lo estaba echando de menos.
Como los días previos había llovido, la caminata no se me ha hecho tan dura como esperaba. Se va todo el tiempo por la sombra y aunque el baño de sudor no te lo quita nadie, he tenido mucha suerte porque al haber llovido recientemente, el calor no apretaba tanto.
En total he caminado durante hora y media para llegar a Turtle Beach. Antes de llegar a Turtle Beach he pasado por el lago meromictico. Se trata de un tipo de lago donde se juntan el agua del río y la del mar. Como la densidad de los dos tipos de agua es diferente, no se pueden mezclar.
Después de disfrutar como una enana del momento, he entrado al centro de conservación de las tortugas. Había alguna tortuga adulta herida tras haber ingerido alguna bolsa de plástico en el mar y habia una pequeñitas que habían nacido la vispera. El que tenga que existir este tipo de centros me ha hecho pensar en el consumo desmesurado que hacemos de plástico en el mundo. Nos estamos cargando el planeta. Esas tortugas no deberían estar allí.
Tras finalizar la visita al centro de conservación de tortugas, me he dirigido al embarcadero con la intención de coger una barca a Monkey Beach. Me apetecía bañarme. En Turtle Beach esta prohibido el baño porque la playa está infectada de medusas, alimento favorito de las tortugas que en temporada se acercan a la costa a desovar. He tenido suerte y he podido compartir lancha con un grupo de asiáticos. Al no reservar la lancha a la entrada del parque me he ahorrado 70 Ringgit.
El viaje a Monkey Beach ha sido muy divertido ya que el conductor de la lancha nos ha llevado a toda pastilla. He disfrutado mucho del trayecto.
En Monkey Beach lo primero que he hecho ha sido hacer un poco de Jane en una especie de lianas y columpios que había. Después me he dado un baño super relajante en el mar. ¡Me hacía falta tras la sudada del trekking!
He estado solo una horita en Monkey Beach porque los asiáticos con los que he compartido la lancha no querían estar más. Me ha sabido a poco pero teniendo en cuenta que se me había olvidado la crema en el hostel, ha sido lo mejor que me podía pasar. De pasar más tiempo me hubiera puesto como un cangrejito.
Y de nuevo hemos cogido la lancha que nos llevaría a la entrada del parque nacional. Se me olvidaba comentaros que en el primer trayecto el conductor ha parado en dos puntos para recoger a amigos pescadores.
He vuelto a coger el bus de vuelta al centro. Me quería despedir de Georgetown y visitar algún lugar que no había podido hacer hasta el momento. Lugares como por ejemplo el templo hindu Sri Mariamman, el más antiguo de Georgetown. Los viernes los devotos ofrecen comida a los dioses, según me explico uno de los responsables del templo.
Y de camino a los muelles disfrute del arte callejero que me ha enamorado. Después de que la UNESCO declarara Patrimonio de la Humanidad a Georgetown en 2008, los artistas Tang Mun KIan y Ernest Zawarevic se pusieron manos a la obra con el fin de darle un cambio de look a la ciudad. El primero, realizo una serie de obras en hierro forjado con estilo de caricatura que ayudan a comprender la historia de la ciudad. El segundo, se dedico a pintar murales. Es un auténtico placer para los sentidos pasear por la ciudad en busca de las obras de estos dos artistas.
Y podría seguir subiendo fotos pero me voy a cortar. El arte callejero y Georgetown me han enamorado, ha sido un auténtico flechazo. Nunca hubiera pensado que me pudiera sentir tan a gusto en una ciudad. Gracias Georgetown por hacerme sentir tan viva y feliz.
Recorro los últimos pasos por esta ciudad y a cada paso veo algo que llama mi atención. Esta vez son las hogueras que la comunidad china ha encedido dentro de la celebración del mes de los dioses. Les ofrecen comida y dinero a los dioses para que les ayuden a conseguir sus deseos. Y con estas imágenes me despido de esta maravillosa ciudad en la que podría perderme durante varios días más. Pero aún quedan varios destinos por recorrer. El siguiente, Ipoh, está llamando a mi puerta. Dejémoslo entrar...
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