El destino del día de hoy era el Parque Nacional de Kubah situado a unos 40 km de Kuching. Para llegar al parque cogimos una camioneta y un Grab. En esta ocasión tampoco sería fácil hacer los desplazamientos. Pareciera que el Estado de Sarawak no quisiera promover el turismo.
Llegamos a la entrada y tras registrarnos, elegimos el trail de las cascadas. Como el día anterior habíamos fracasado en nuestro intento de baño en aguas frías, no dudamos ni un minuto.
Queríamos enlazar el trail de las cascadas con el que llevaba a Matang, el centro de rehabilitación de animales en peligro de extinción, pero en la entrada del parque nos avisaron de que en este camino había nidos de avispas y que ya habían picado a varios turistas. Desechamos la idea de ir andando.
El camino a las cascadas fue bastante fácil comparando con otros que habíamos hecho anteriormente en la selva.
Llegamos a la cascada sudando la gota gorda, como de costumbre, pero la recompensa mereció la pena, y mucho. Me cambié tan rápido como pude y en unos minutos ya estaba en el agua. El sentir el agua fría fue una experiencia grandiosa, y no exagero. Me hubiera quedado todo el día en el agua hasta quedarme arrugada como una pasa. Pero había que volver a la entrada del parque para intentar llegar a Matang.
Tuvimos que coger un Grab hasta el centro de rehabilitación de especies en extinción Matang.
En el centro pudimos ver diferentes animales como coodrilos, osos, orangutanes... Todos ellos han sido rescatados de las manos de cazadores ilegales, del comercio ilegal, etc. De todas maneras, al visitar el centro tuvimos sentimientos encontrados ya que, en alguna ocasión, nos pareció que los animales no tenían suficiente espacio para moverse. Nos dio la impresión de ser un poco zoo.
Este simpático orangután se tumbó patas arriba y empezó a aplaudirse a él mismo. Fue un momento muy divertido.
Después de la visita intentamos coger un Grab para volver a Kuching pero no había ninguno disponible en las inmediaciones. Así pues, no teníamos transporte público ni privado para volver. Le comentamos nuestro problema a uno de los guardas de la entrada del parque y enseguida se ofreció a acernos a nuestro destino. La conversación que mantuve con él fue de lo más interesante. Me habló de la corrupción que ha habido en Malasia y de los cambios que se están dando tras la llegada al poder de la izquiera en las elecciones del año pasado.
Dominic, así se llama el guarda del parque, nos dejó en una parada de bus camino a Kuching. De aquí no tuvimos ningún problema en coger el bus que nos llevaría de vuelta a casa. Terminamos la jornada agradecidas por toda la suerte que habíamos tenido.
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