2018(e)ko irailaren 27(a), osteguna
Agur Malasia!
Llegué a casa de Siti, la anfitriona que me acogió los primeros días que pasé en KL, cerca de las 11 de la noche. Estuvimos hablando de mi viaje y hacia las 12 me acosté.
Al día siguiente, Siti me despertó cuando ella se iba a trabajar para explicarme dónde dejarle las llaves de casa y cómo cerrar las puertas cuando me fuera. Fue todo un detalle el que me dejara quedarme en su casa ya que mi vuelo a Katmandu salía a la tarde. Gracias de corazón!!
A la mañana preparé las mochilas y puse la lavadora con las sábanas que había utilizado y alguna ropa mía. De nuevo tuve problemas con la lavadora ya que, aunque el programa había finalizado, todavía había agua y jabón en el tambor. Hice varios intentos para ponerla de nuevo en marcha pero no hubo manera. Al final me puse nerviosa pensando que no se me secaria la ropa y decidí actuar a las bravas. Abrí la puerta y evitando que saliera todo el agua, cogí mi ropa, la aclare y la tendi.
Eran cerca de las dos cuando salí a comprar algo de comida con los pocos ringits que me quedaban. La víspera había sacado algo de pasta pero me habia quedado corta. Descontando el dinero para coger el tren y el bus que me llevarían de nuevo al aeropuerto, me quedaban 4 ringits! De camino al super vi unos puestos de comida. Les comenté que me quedaban los últimos ringits y a ver qué podía comer por ese dinero. La chica con la que hablé le comentó a la dueña del restaurante lo que yo le había dicho. De repente, la dueña del chiringuito se puso a echarme arroz, verduras con tofu... Me llenó el envase que me llevaría hasta arriba mientras yo, agobiada, pensaba que no me habían entendido y que no iba a tener dinero suficiente para pagarles. Al preguntarles por el precio, la chica que hablaba inglés me dijo que la dueña me daba la comida gratis. Insistí en pagar pero la chica me dijo: "the next time you come back you pay". No me lo podía creer!! Me sentí enormemente agradecida y estuve a punto de derramar alguna lágrima. Era tanto lo que estaba recibiendo!! La verdad es que resulta difícil explicarlo con palabras.
Kuala Lumpur me despidió con una tormenta. La temporada de lluvias está comenzando y llueve prácticamente todos los días.
Ya en el aeropuerto, me sentí triste y con un punto de nostalgia por tener que abandonar el pais. Malasia, un país al que había llegado sin conocer nada de él, me habia sorprendido gratamente. La sonrisa de sus gentes, su rica cultura, su gastronomía... me habían enamorado profundamente. Así pues, me encontraba como cuando se despide a un amor, con sentimientos entremezclados. Dentro de pocas horas estaría de nuevo en Nepal, motivo por el que había iniciado este viaje, pero de repente sentía que no tenía tantas ganas de llegar. Y de este modo, despedí a este país al que estoy segura que volveré un dia no muy lejano.
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