2018(e)ko abenduaren 18(a), asteartea
Visitando Mae Hong Son
Salí contenta del monasterio, contenta de volver a ver los 7-11 (una cadena de supermercados, hay uno en cada esquina) y contenta de ver las maquinitas de un bat en las que puedes rellenar tu cantimplora de agua. Volvía a la vida, a descubrir nuevos lugares, y eso, después de una semana de parón e introspección me motivaba enormemente.
Cogi el yellow car que me llevaría a Mae Hong Son en el mismo monasterio. Dejé mi donación y tuve que correr porque me estaba esperando para salir.
La carretera hasta Mae Hong Son es una constante de curvas y más curvas. Tienen contadas todas las curvas que hay desde Chiang Mai, no me acuerdo cuántas son. Menos mal que no me mareo!
Me instalé en una guesthouse tirando a cutrecilla y salí a explorar la ciudad.
Después de 7 días sin apenas actividad física, el cuerpo me pedía movimiento. Así pues, me tiré para el monte, como las cabras, para ver el templo que domina la ciudad.
Se trata de un templo que tiene mucha actividad budista pero que después de ver tropecientos mil, prácticamente no aprecie. Me quedo con las vistas de Mae Hong Son.
Os pongo alguna fotico del templo.
Ofrenda de flores de los fieles
Barquitos en el agua
Qué simpáticos!
Bajé de este templo y visité tres más que hay en la ciudad, dos cerca del lago. Son templos algo diferentes a los vistos hasta ahora. Se nota la influencia birmana ya que Mae Hong Son se encuentra a unos 100 km de la frontera con Myanmar.
La zona del lago es muy bonita. Al atardecer se pone el nigth market con comida y puestos de ropa y artesanía que hacen las tribus de las montañas.
Atardecer en el lago de Mae Hong Son
Respecto a las tribus, las agencias ofrecen tours en los que incluyen la visita a estas tribus, entre ellas las Karen. Se trata de una tribu originaria del sur de Myanmar que huyó del régimen militar represivo de su país. La mayoría se instaló en países de la frontera como Tailandia. Las mujeres de esta etnia son conocidas como las mujeres girafa. Desde que son jóvenes se ponen anillos alrededor del cuello que deforman su estructura ósea y les da una apariencia más alargada.
Se trata de personas refugiadas que Tailandia no reconoce como tal. Su situación es complicada. Se dice que el turismo es su único modo de supervivencia pero también que hay mucho circo montado entorno a ellas. Circo en el que sólo saldrían beneficiadas las agencias turisticas. Como no tenía mucho tiempo ni la información precisa para saber que no iba a participar en algo montado a costa de la explotación de nadie, decidí no visitar ninguna tribu.
A la tarde me crucé con una de estas mujeres en el mercado y tengo que reconocer que me impresionó muchísimo.
Al atardecer salí al mercado nocturno del lago a cenar algo. Me acosté enseguida con la idea de madrugar al día siguiente.
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