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Luang Prabang


Después de dos días de río, volvía a estar en tierra firme. Decidí salir a explorar un poco la ciudad.
Luang Prabang es una pequeña ciudad de unos 80.000 habitantes del norte de Laos. Se sitúa en un valle donde confluyen los ríos Mekong y Nam Khan. Es Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1995. La ciudad es como un museo al aire libre debido a todos los templos budistas con los que cuenta.
Lo primero que hice fue buscar el puente de bambú para cruzar el río. Había leído que del otro lado del río había algún poblado interesante para visitar. Atravesar el puente cuesta 5000 kips (50 céntimos). Durante el período de lluvias el puente desaparece y la familia que cobra la entrada se ocupa de volver a construirlo.



Tras cruzar este puente, del otro lado no encontré ningún poblado ni nada interesante. Así pues, volví a cruzarlo.
Tras este intento fallido de visita, me encaminé al museo UXO.


Se trata de un centro de visitantes en el que se conciencia a la población acerca de los restos de explosivos no detonados y los efectos que los mismos pueden causar, y de hecho causan, en la vida diaria de la población laosiana.
Como resultado de la segunda guerra de Indochina, Laos ganó la distinción del país más bombardeado del mundo. Muchas de las bombas que los Estados Unidos lanzaron  durante los 9 años de conflicto (1946-54) siguen hoy día sin detonar con el riesgo correspondiente para la población.
Al final de la visita vi un vídeo en el que la gente local directamente afectada por este problema, previene al resto de la población sobre los riesgos existentes. Hay niñ@s que han perdido alguna parte de su cuerpo al ir a coger unas bombas pequeñas que confunden con juguetes, agricultores que han sufrido una detonación cuando trabajaban en los campos de arroz... Nadie se libra. La visita al centro de visitantes me pareció totalmente necesaria para comprender un poco más sobre la historia de Laos.

Al atardecer subí al templo que se encuentra en el monte Poushi. La idea era visitarlo y ver el atardecer allí. Las vistas son muy bonitas desde arriba pero había tanta gente que decidí meterme en el templo a meditar un poco. Cuando salí del templo seguía habiendo mucha gente pero conseguí un huequito para ver el atardecer.









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