2018(e)ko abenduaren 17(a), astelehena

Una semana en un templo budista



Llegué a este monasterio con la intención de aprender la técnica de la meditación Vipassana. Después de una semana de estancia, toca hacer la valoración de la experiencia.
A la entrada del templo me despedí de mi amiga Francesca. Tenía el firme propósito de mantenerme en silencio durante todo el retiro. Guardé también mis aparatos electrónicos en el locker con la intención de no usarlos.
El silencio me duró dos días y medio. Lo rompí porque la regla me bajó con bastante dolor esta vez y porque el ver a otras personas hablando no me ayudaba.
En la mayoría de centros donde se practica la meditación Vipassana las normas son muy estrictas y no se permite tener ningún tipo de contacto con nadie. Se busca la introspección, el trabajo personal.
En el Forest Monastery había una pequeña biblioteca, bebidas calientes durante todo el día y hasta wifi!!! Me enteré de que había wifi el quinto día del retiro y en cuanto lo supe fui "corriendo" a mi bungalow a por la droga.
El ambiente en ocasiones era más de hostel que de monasterio. Coincidí con gente muy joven, mochiler@s que iban al pueblo hippie de Pai de fiesta y luego subían al monasterio. Algun@, en mi opinión, no se adaptaba bien al comportamiento que se debería tener en un lugar así.
A parte del ambiente, lo que menos me ha gustado del templo ha sido la diferenciación que hacen entre hombres y mujeres. Los hombres se colocaban siempre por delante de las mujeres para hacer las meditaciones y ofrecían los primeros el arroz a los monjes. Una chica catalana que conocí en Bangkok ya me había comentado la diferencia en el trato según el género, así que iba medio mentalizada.

En esta foto aparece el programa diario.

Los anteriormente citados son los puntos negativos, lo que no me ha gustado del monasterio. Pero por supuesto ha habido otros tantos aspectos, o más, que me han gustado. De lo contrario no hubiera estado tanto tiempo.
Lo que más me ha gustado del monasterio ha sido, sin duda, el lugar en el que se encuentra. Como su nombre indica, el monasterio está en medio del bosque. La naturaleza en la provincia de Mae Hong Son, al norte de Tailandia, es exuberante y el monasterio ha sido la carta de presentación de la provincia. Me ha encantado andar descalza durante 7 días, el lugar es ideal para sentir la naturaleza ya que no hay ningún tipo de peligro (cristales...).
Qué decir de la comida. Pensaba que iba a pasar hambre pero aunque sólo hacíamos dos comidas fuertes (desayuno y comida), a la tarde se ponía algo de fruta, la comida era abundante, variada, sabrosa y vegana!! La he disfrutado mucho.
Destaco también lo bonito del trabajo colectivo. En el monasterio había alguna persona trabajando como voluntaria pero tod@s colaborabamos en las tareas a realizar. El trabajo colectivo te ayuda a conectar con las personas que tienes a tu alrededor y a sentirte parte del grupo.
No podría terminar el listado de los aspectos positivos de la experiencia sin mencionar la meditación Vipassana. Todavía estoy muy verde pero me ha parecido una toma de contacto interesante y necesaria. El vivir el momento presente y conectar con nosotr@s mism@s. Algo que nadie nos enseña y que es tan necesario para ser felices porque como nos decía uno de los monjes "tú eres tu propio maestro".

Tuve la suerte de tener un bungalow como estos para mi.
Con las voluntarias Soda, tai, y Steph, alemana.

El increíble entorno.

Walking meditation

Sitting meditation

Ofrenda de arroz a los monjes a las 06:30

Lying meditation en el hall principal

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