2018(e)ko urriaren 4(a), osteguna
Día de excursión a Patan
El problema de los perros callejeros es muy importante en Katmandu. No hay ningún tipo de control sobre ellos y, es por ello, que se ven por todas las esquinas. Durante el día yacen tranquilos viendo pasar el tiempo pero a la noche... A la noche es otra historia. Me desperté de nuevo sin sentir haber descansado lo suficiente. A la noche, una cuadrilla de perros había estado ladrando como si no hubiera un mañana. Son muy territoriales y a la noche pelean por defender su territorio.
Peter y yo nos dirigimos a Patan, una ciudad situada a 7 kilómetros de Katmandu. Para llegar a ella decidimos coger el bus local. Los buses pasaban llenos hasta la bandera y nos subimos a uno de ellos como pudimos. Al subir al bus y conseguir establecernos en un sitio, Peter y yo nos miramos sonriendo. En ese momento una chica que estaba a mi lado me dijo unas palabras que removieron mi conciencia: "it isn't funny" (no es divertido). Le pedí perdón y le di la razón. Verdaderamente no tenía que ser nada divertido experimentar algo así todos los días. El simple uso del transporte público dejaba en evidencia la constante lucha de esta gente, las dificultades a las que tienen que enfrentarse desde que el día amanece. Peter fue sentado hablando con la chica cuyas palabras me bajaron de un tortazo a la realidad, yo decidí que esos asientos no me pertenecían y cedi el mío. Según me contó Peter más tarde, la chica era huérfana y había tenido una vida muy complicada. Trabajaba para una ONG francesa. Al oir aquello y, antes de que bajarámos en nuestra parada, tuve el impulso de pedirle su contacto.
Me estaba sintiendo muy pérdida desde que había llegado a Nepal. La razón de mi viaje a Nepal había sido hacer trekking pero, de pronto, no me sentía motivada para ello. Me preguntaba qué era lo que me había traído a este país en esta ocasión pero no encontraba la respuesta. De todas formas, sentía que la idea de enseñar en alguna escuela me nacía de dentro, de muy adentro.
La sensación de sentirse perdida no es para nada agradable pero a veces hay que perderse para encontrarse. Decidí darme tiempo a mí misma para ver lo qué verdaderamente quería hacer y, sobre todo, no forzarme.
Después de enlazar de manera rápida dos buses locales, llegamos a nuestro destino.
Se cree que Patan fue fundada en el s. III a.c. y que, poco a poco, fue evolucionando hasta convertirse en una de las ciudades más importantes de Nepal. En la época medieval, con la dinastía Malla, es cuando Patan más creció.
Visitamos Patan sin ninguna ruta marcada, perdiendonos en sus callejuelas hasta que dimos de bruces con el complejo de templos.
Partida de cartas dentro del monasterio.
Callejuelas estrechas.
Rezando dentro del complejo de templos.
Efectos de los terremotos de 2015.
Entrada al Golden Temple que no visitamos.
En esta ocasión Peter y yo no visitamos todos lugares que "había que visitar". El hace tiempo que pasa de "los hay que ver", intenta salirse todo lo que puede de la ruta marcada. En mi caso, de momento no puedo decir lo mismo pero como ya estaba saturada de ver tanta piedra, disfruté más del té y el lassi que tomamos sentados.
Cogimos sin problemas el primer bus de vuelta. Coger el segundo, en cambio, requirió de la técnica de Peter JKA (just keep asking, traducido al castellano, no pares de preguntar) y de infinitas dosis de paciencia. Era de noche ya y la falta de luz característica de las ciudades asiáticas, los occidentales estamos acostumbrados a un exceso de luz, nos hizo perder todas las referencias que habíamos tomado a la mañana. El funcionamiento de los buses es muy auténtico. En cada bus hay una persona que se dedica a gritar el nombre de los lugares a los que se dirige. Pega un fuerte golpe con su mano en el bus para que el conductor pare, si hay gente que va a subir, y dos golpes para que el conductor arranque. Todo esto se hace a una velocidad ultrasonica.
Para acabar el día, Peter y yo nos vimos corriendo detrás de todos buses que veíamos preguntando si iban a nuestro barrio. Nadie sabía decirnos cuál era el bus que teníamos que coger. Fue bastante agobiante porque había muchísimos autobuses y gente por todos lados. Al final, salimos del Bus Park convencidos de que no estabamos en el lugar correcto y siguiendo con la técnica JKA, conseguimos dar con el bus que nos llevaría a casa.
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