2018(e)ko urriaren 24(a), asteazkena

De monasterios


Hoy he ido a uno de los campos de personas refugiadas que hay en los alrededores de Pokhara. Hay unos 60.000 tibetan@s viviendo en Nepal.
Hemos cogido dos buses para llegar y la última parte la hemos hecho andando. Hemos llegado a un monasterio y ha coincidido que había unos bailes. Nos hemos dado cuenta de que no era el monasterio al que queríamos ir en un primer momento pero hemos estado un rato en el lugar.



Viendo los bailes, justo enfrente, estaban los estudiantes del monasterio. Hemos charlado un poco con ellos con la intención de comprender un poco el motivo de los bailes.
Cuando nos hemos aburrido, nos hemos movido en dirección de una atracción que quedaba justo enfrente del monasterio de salto al vacío. El destino ha querido que en el camino nos juntararamos con un tibetano que nos ha hablado de la situación en el Tíbet y nos ha indicado dónde se encontraba el monasterio en el que se celebraba la puja. Hemos pagado 100 rupias para entrar y nos hemos acomodado en una especie de colchones.
Los monjes recitaban sus ofrendas y alguno también tocaba una especie de cuerno muy largo. Ha sido muy interesante y me he quedado muy relajada después de la ceremonia. Los chicos han merendado y como todos los niños de su edad, se han puesto a jugar.


Era gracioso ver lo bien que se desenvolvian con tanto refajo.



Cada uno personaliza sus libros como nosotr@s lo hacíamos con las carpetas en nuestra época.

Tras salir del monasterio hemos tenido suerte y hemos cogido enseguida el bus, esta vez directo, que nos ha llevado de vuelta a Pokhara.
He cenado con Alfredo, Mari y Gaizka, un amigo de Mari que acaba de finalizar el circuito de los Annapurnas, y después, nos hemos dado una vuelta por la ciudad.

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