2019(e)ko urtarrilaren 9(a), asteazkena
Llegada a la capital de Laos
Compré el billete de bus de las 7 de la mañana porque quería llegar a Vientiane, la capital de Laos, a una hora decente. Tenía pensado hacer solo una noche en esta ciudad. Al día siguiente cruzaria de nuevo la frontera terrestre que une Laos y Tailandia y para ello, tenía que enterarme de dónde y cuándo salían los autobuses.
En la publicidad acerca de los buses nacionales e internacionales que hay en las agencias de viajes de Vang Vieng, te venden el cuento de que el viaje va a durar 3 horas. A estas alturas del viaje, yo ya no me creía que solo fueran a ser 3 horas. Y efectivamente, al final han sido 5. Cinco horas de botes y más botes en una carretera sin asfaltar con baches cada dos por tres que hacían que la velocidad, en ocasiones, no aumentara de 35km/hora. Este viajecito entretenido no ha hecho más que reafirmarme en la decisión tomada acerca de salir del país. Quiero y, mi cuerpecito necesita, volver a la tranquilidad de las carreteras de Tailandia.
Al llegar a la estación, el conductor que nos ha llevado al centro de la ciudad me ha dicho que el bus que une Laos con Tailandia sale del morning market.
Tras instalarme y comer en el mercado, me he acercado a la estación de bus central de Vientiane. En ventanilla me han dicho que tenía que comprar el billete al día siguiente. Me ha dado un poquito de rabia que no me dejaran comprarlo hoy, pero, por lo menos, el paseo me ha servido para enterarme del precio y de los horarios del bus. Las agencias venden el billete por 50.000 kips y comprándolo directamente en taquilla pagaré 15.000 kips. Es lo que tiene hacer todo por tu cuenta, sin intermediarios.
Como ya os comenté en mi anterior post, estoy ya sin ganas de visitar más lugares. Seis meses de trote han hecho que esté ya saturada de templos y monumentos varios. A estas alturas de la película, solo visito los que se cruzan en mi camino y los que no hay que pagar por verlos. No es cuestión de tacañería, sino más bien de falta de interés. Pero hoy he hecho una excepción y me he desviado para ver el Patuxai, un curioso arco del triunfo eregido a imagen del que se encuentra en la Place de l'Etoile de París. Con sus diferencias, por supuesto. Una de ellas es que la decoración del Patuxai está inspirada en la mitología laosiana.
El Patuxai se construyó en los años 60 con cemento americano destinado a construir un aeropuerto. Se trata de un monumento conmemorativo en honor a los muertos en las diferentes guerras.
Se puede subir en ascensor arriba del monumento previo pago de 3000 kips que yo no he querido pagar. Las vistas desde arriba deben ser muy buenas pero, lo dicho, no me ha apetecido.
Cenita ligera y tras visita de rigor al nigth market, al sobre que mañana toca de nuevo madrugar.
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