2019(e)ko urtarrilaren 13(a), igandea
Malas noticias
Para quien me estuviera siguiendo por el blog, deciros que hace tres dias pise mi movil y que la pantalla esta rota. Cambiarla me cuesta mas que comprarme un movil nuevo a la vuelta. Asi pues, volvere a escribir lo vivido en estos ultimos dias de viaje cuando este ya instalada en casa. Perdonad las molestias.
Si quereis contactarme lo podeis hacer por mail: orbaibati77@hotmail.com o buscandome en facebook Batirtze Cabello
2019(e)ko urtarrilaren 11(a), ostirala
La ruta de la estación de autobús
Pareciera que el bus de noche que cogi fuera haciendo la ruta de la estación de bus, y es que cada hora entraba y paraba en una estacion de bus diferente. ¿Para qué? Eso mismo me gustaría saber a mí...
Por otra parte, los asientos eran muy incómodos, no conseguía coger postura. Me empecé a poner nerviosa y de mala leche porque veía que no iba a poder pegar ojo. Al rato, me dije a mí misma que el nerviosismo y la mala leche iban en contra mía y que más me valía aceptar la situación ya que nada iba a cambiar porque yo me pusiera como me pusiera. Y eso es lo que hice.
Llegamos a la estación Mo Chi de Bangkok a las 04:45 y para las 05:25 ya estaba sentada en la mini van que me llevaría a Prachuap Khiri Khan. ¡Vaya con el nombrecito! ¿Qué cómo se me ocurrió elegir un destino con semejante nombre? Pues de la manera más casual posible. Esa misma mañana crucé 4 palabras con una señora francesa que lleva muchos años viniendo a Tailandia. Hablamos de las islas de Tailandia, de lo caras que son. Ella me comentó que no las pisa y que su destino de playa favorito es Prachuap: bueno, barato, bonito y con pocos farangs. ¿Fa qué? SÍ, farangs. Es como los tais nos llaman a los extranjeros.
Antes de las 10 ya estaba en Prachuap. He dado por casualidad con la oficina de turismo y, como no tenía ni idea de dónde iba a dormir, he entrado a pedir información. La señora de la oficina me ha recomendado el hostel de una amiga pero como me cobraba 280 baths por una habitación compartida, he acabado escogiendo Maggie's guesthouse. Una habitación para mi solita por 200 baths. He comido en el restaurante de comida vegeta que hay al lado de la guesthouse por 30 baths y he vuelto a la habitación con la idea de echar una siesta.
A la tarde he salido a cenar al nigth market. Han llenado el paseo de la playa de puestos de comida, bebida, ropa... Había un ambiente muy chulo.
Mientras cenaba he visto una puesta de sol preciosa, como hacía tiempo que no veía.
Me gusta el ambiente de Prachuap. La mayor parte de turistas son tailandeses. Nadie te intenta vender nada y las sonrisas siguen siendo verdaderas.
De momento, paso aquí el fin de semana. Luego ya veremos si me quedo aquí o hago alguna isla. Paso a paso...
2019(e)ko urtarrilaren 10(a), osteguna
Cruce de fronteras
Me he levantado nerviosa, como siempre que toca hacer cruce de frontera terrestre. Ya sabéis que no tengo en gran estima a los agentes del orden, sea cual sea su nacionalidad. He bajado para las 7 a desayunar pero la persiana de la guesthouse estaba bajada y no habia nadie a la vista. Eso ha hecho que me pusiera más nerviosa aún. Quería desayunar pronto para llegar cuanto antes a la estación y comprar el billete de bus que me llevaría a Nong Khai, Tailandia. Al final me ha tocado subir la persiana del negocio porque el recepcionista se había quedado sopa. Lo que me faltaba! El desayuno ha compensado todos los "problemillas" mañaneros.
Como de costumbre desde que estoy en tierras asiáticas todo ha ido de maravilla.
El bus ha salido un poco después de las 09:30. Ha hecho una primera parada todavía en Laos para que en la oficina de inmigración nos sellaran la salida del país y otra al llegar a Tailandia para que nos sellaran la entrada. En Tailandia me han dado 30 días más de visa gratis que está vez no podré disfrutar.
El calor apretaba de lo lindo y eso sumado al cansancio acumulado, ha hecho que por primera vez en casi seis meses de viaje, empezará a echar de menos las comodidades de mi vida rutinaria.
He pedido al universo para que el bus que me han vendido como VIP fuera cómodo y pudiera dormir toda la noche del tirón.
2019(e)ko urtarrilaren 9(a), asteazkena
Llegada a la capital de Laos
Compré el billete de bus de las 7 de la mañana porque quería llegar a Vientiane, la capital de Laos, a una hora decente. Tenía pensado hacer solo una noche en esta ciudad. Al día siguiente cruzaria de nuevo la frontera terrestre que une Laos y Tailandia y para ello, tenía que enterarme de dónde y cuándo salían los autobuses.
En la publicidad acerca de los buses nacionales e internacionales que hay en las agencias de viajes de Vang Vieng, te venden el cuento de que el viaje va a durar 3 horas. A estas alturas del viaje, yo ya no me creía que solo fueran a ser 3 horas. Y efectivamente, al final han sido 5. Cinco horas de botes y más botes en una carretera sin asfaltar con baches cada dos por tres que hacían que la velocidad, en ocasiones, no aumentara de 35km/hora. Este viajecito entretenido no ha hecho más que reafirmarme en la decisión tomada acerca de salir del país. Quiero y, mi cuerpecito necesita, volver a la tranquilidad de las carreteras de Tailandia.
Al llegar a la estación, el conductor que nos ha llevado al centro de la ciudad me ha dicho que el bus que une Laos con Tailandia sale del morning market.
Tras instalarme y comer en el mercado, me he acercado a la estación de bus central de Vientiane. En ventanilla me han dicho que tenía que comprar el billete al día siguiente. Me ha dado un poquito de rabia que no me dejaran comprarlo hoy, pero, por lo menos, el paseo me ha servido para enterarme del precio y de los horarios del bus. Las agencias venden el billete por 50.000 kips y comprándolo directamente en taquilla pagaré 15.000 kips. Es lo que tiene hacer todo por tu cuenta, sin intermediarios.
Como ya os comenté en mi anterior post, estoy ya sin ganas de visitar más lugares. Seis meses de trote han hecho que esté ya saturada de templos y monumentos varios. A estas alturas de la película, solo visito los que se cruzan en mi camino y los que no hay que pagar por verlos. No es cuestión de tacañería, sino más bien de falta de interés. Pero hoy he hecho una excepción y me he desviado para ver el Patuxai, un curioso arco del triunfo eregido a imagen del que se encuentra en la Place de l'Etoile de París. Con sus diferencias, por supuesto. Una de ellas es que la decoración del Patuxai está inspirada en la mitología laosiana.
El Patuxai se construyó en los años 60 con cemento americano destinado a construir un aeropuerto. Se trata de un monumento conmemorativo en honor a los muertos en las diferentes guerras.
Se puede subir en ascensor arriba del monumento previo pago de 3000 kips que yo no he querido pagar. Las vistas desde arriba deben ser muy buenas pero, lo dicho, no me ha apetecido.
Cenita ligera y tras visita de rigor al nigth market, al sobre que mañana toca de nuevo madrugar.
Día de decisiones
El día amaneció nublado y muy plomizo, de tormenta. Para el día siguiente habían anunciado lluvias y todo indicaba que los pronósticos se cumplirían.
Salí a desayunar con Valentina, una joven francesa de 26 años que lleva viajando un año. ¡Qué envidia me dan estos jóvenes! A su edad yo estaba estudiando y trabajando al mismo tiempo. En fin, empiezo a hablar ya como mi ama 😂.
Desayunamos un sándwich vegetal y yo me pedí como bebida un batido de coco. ¡Estoy enganchadisima al coco! Es lo que mejor me entra cuando aprieta el calor, además de ser una bebida que tiene mucho hierro.
Después de desayunar, acompañé a Valentina a buscar una guesthouse donde le limpiaran la ropa. A veces, conseguir hacer las cosas prácticas, o en este caso que te las hagan, lleva su tiempo. Preguntamos en varias hasta que por fin pudo dejar su ropa en una de ellas.
Tanto la francesa como yo estábamos agotadas del trote de nuestros respectivos viajes. Sin ganas de hacer nada más que descansar, pusimos rumbo a la guesthouse y las dos nos echamos un rato. Yo me levanté enseguida porque quería ir a la estación de bus a comprar el billete para Vientiane. El mercado de día quedaba cerca de la estación, y es allí dónde decidí comer. Tengo que reconocer que este mercado no me gustó. Estaba cubierto con lonas y eso le daba un aspecto demasiado sombrío para mi gusto.
En la estación de bus pagué el billete del bus (40.000 kips, 4 euros) y al preguntarle al que me vendió el ticket sobre el tamaño del bus, me quedé de piedra. ¡El que llamaban bus local no era otro que el famoso tuk-tuk! Si ya coger un bus tipo furgoneta era una odisea, no quería imaginar que sería hacer un viaje tan largo en un tuk-tuk en el que el número de pasajeros podía ser ilimitado. Le pregunté al señor si podía devolver el ticket, y muy amablente me devolvió mi dinero. ¡Yes!!!
Volví al centro y compré otro billete en furgoneta por un euro más.
Al atardecer volví a salir con Valentina para visitar el nigth market.
Y os preguntaréis, ¿por qué está mujer ha puesto como título del post "día de decisiones"? Pues sencillamente porque decidí que quería salir ya de Laos y porque me di cuenta de que ya no quería visitar nada más. Entraría de nuevo a Tailandia y pasaría los últimos días de mi viaje tirada en una playita. Suena bien, ¿verdad? Pues nada, ¡allá que vamos! !
2019(e)ko urtarrilaren 7(a), astelehena
Sin pensarlo demasiado
Me he levantado temprano con la idea de cambiar de alojamiento. No he dormido bien la noche anterior y el desayuno incluido en el precio que anunciaba el hostel me ha dejado más que alucinada . ¿Desde cuándo se le llama desayuno a un café? Yo desde luego pensaba en que ofrecerían algo más consistente.
He cogido los bártulos, con suerte viajo ligera tras abandonar mi mochila grande en Bangkok hace casi ya dos meses, y me he movido a una guesthouse nueva que hay muy cerca de dónde estaba.
He desayunado y me he dirigido a la cueva Tham Chang caminando. La cueva se encuentra a 1 km al sur del centro de la ciudad. Hay que subir un montón de escalones para acceder a ella. Una vez dentro, está iluminada artificialmente, algo que detesto en los sitios naturales. Como podréis suponer, la cueva no me ha gustado, me ha dejado completamente indiferente. Lo mejor de visitarla ha sido el hecho de sentir fresquito en su interior.
Y lo mejor de lo mejor ha sido el baño que me he dado a la salida de la cueva en un manantial de agua fresquita y transparente.
He comido un sándwich y he vuelto al hostel con la intención de echarme a la bartola. Pero como siempre, los planes han cambiado a última hora y al final he tenido una tarde de lo más aventurera.
Vang Vieng es una ciudad turística que pertenece a la provincia de Vientiane. Está situada junto al río Nam Song y rodeada de un impresionante paisaje karstico salpicado de cuevas y de campos de arroz.
Fue durante años destino de borrachera en el que cada año morían ebrios turistas practicando el famoso tubbing (bajar el río sobre un flotador gigante dejándose llevar por la corriente). En la ribera del río había bares en los que el turista de turno se paraba a "repostar". El estado de embriaguez más las fuertes corrientes del río hicieron que en el 2011 murieran 22 turistas. Tras estos trágicos sucesos el gobierno decidió cerrar muchos de los bares que se encontraban en la ribera del río y cancelar temporalmente la actividad. A día de hoy se sigue practicando pero de manera más controlada.
Pero no todo es tubbing en Vang Vieng. Como ya os he comentado hay montón de cuevas para visitar, se puede hacer kayak, bicicleta de montaña... y hasta se puede volar en globo!
Y eso es lo que he hecho hoy a la tarde. Me apetecía muchísimo probar la experiencia y no me lo he pensado dos veces, ¿para qué tanto pensar? La vida es para exprimirla a tope y beber a sorbos grandes todas las experiencias y oportunidades que nos brinda.
He disfrutado mucho de los 40 minutos de vuelo. Se me han pasado volando, ¡nunca mejor dicho! Hemos ascendido a 880 metros y desde esta altura he podido disfrutar de las mejores vistas de Vang Vieng y alrededores. Os dejo con el reportaje fotográfico que como de costumbre, no hace justicia a la realidad.
El chófer que he tenido por las alturas.
¡Viva el colorido!
2019(e)ko urtarrilaren 6(a), igandea
Botando durante 7 horas
La carretera que une Phonsavan con Vang Vieng es, sin exagerar, un auténtico horror. El viaje fue duro, el más difícil de los que he hecho hasta ahora por carretera. Hay baches que te hacen saltar de tu asiento por doquier, cosa que imposibilita que la conducción pueda hacerse a una velocidad normal. A ello hay que añadirle las curvas, muchísimas curvas, que hacen que la carretera no sea apta para todos los públicos. Tardamos 7 horas para recorrer 234 km, con eso queda todo dicho.
Al llegar pasé de taxis y tuk-tuks e hice los 2 km que separan la estación de buses del norte del centro a pie. Necesitaba aerearme y estirar las piernas.
Con este pequeño vídeo os podréis hacer una idea del estado de la carretera.
Me instalé en el Vang Vieng Rock Backpacker hostel (30.000 kips en habitación compartida de 10 literas) y salí a dar una vuelta. Al poco de caminar, di con este bonito templo y entré a visitarlo.
Cené un poco y enseguida volví para el hostel. El viaje y la regla que me acababa de bajar me habían dejado agotada. Aproveché el parón para actualizar el blog y para descansar.
El páramo de las tinajas
La idea era alquilar una bici para visitar el páramo de las tinajas, un conjunto histórico cultural de Laos que concentra miles de vasijas de piedra en forma de tinajas esparcidas por toda la provincia de Xien Khouang, al norte de Laos.
Pregunté en una tienda de alquiler pero tenían una bici rota y a la otra no le iban los cambios del manillar izquierdo. ¡Descartada!!
Fui a la otra tienda de alquiler que hay en la ciudad. Estuve esperando unos 20 minutos pero como no aparecía nadie, decidí seguir el método tradicional, un ratito a pie y otro caminando. Poco después yo misma me trataría de loca por haber tomado esta decisión. ¡A lo tonto casi me hice 20 kilómetros andando!! Es lo que tiene no estar motorizada, que no te gusten los tours guíados y que no te quieras dejar timar por los tuk-tukeros.
La mayoría del material excavado data de los años 500 a.c y 800 d.c. Los arqueólogos y antropológos han teorizado acerca de que pudieron ser usadas como urnas funerarias o incluso como recipientes para almacenar comida. Pero su significado y origen sigue siendo un misterio.
Las tinajas se encuentran esparcidas en una zona de 1000 km2
Cueva de refugio ante los bombardeos durante la guerra de Vietnam.
Las vasijas tienen formas y tamaños diferentes.
Durante la guerra de Vietnam, en esta zona hubo un ataque cada 8 minutos durante 9 años. ¡Se dice pronto! Hay mucho material bélico todavía bajo tierra sin explotar. Esto hace que sólo estén abiertos a la visita 3 sitios arqueológicos. Se está trabajando para clasificar al páramo de las tinajas como Patrimonio Mundial de la UNESCO y el MAG sigue su trabajo de eliminación de minas.
A la vuelta a casa, tuve la suerte de compartir un momento con esta pareja de recién casados. Me invitaron a tomar cerveza, en vaso de plástico y con hielos, y a comer, aunque ellos ya pasaban de la comida y estaban más centrados en el drínking. ¡Vivan los novios!
Medio off
Me despedí de Petra, la finlandesa, y salí en busca de alojamiento. En Phonsavan no hay hostels pero conseguí habitación con cama King size, lujoooo, por 60.000 kips (6 euros) en Sabadee Guesthouse.
No había dormido prácticamente nada y decidí tomarme el día con mucha calma. Empecé con las cosas prácticas que tenía pendientes de hacer: sacar dinero, poner lavadora...
Después me dirigí al mercado. Me encantan los mercados. Hay mucha energía concentrada en ellos e imágenes que te sacan la sonrisa a cada paso. Es una pena que no tenga una buena cámara, a la vuelta me compro una sin falta, para "robar" una y mil imágenes a la gente.
No conseguí entender qué era esa cosa blanca
Después de comer una sopa de noodles en el mercado, me dirigí al centro para el visitante del MAG. Como ya comenté en otro post, Laos tiene el triste récord de ser el país más bombardeado del mundo. Entre 1964 y 1973, los EEUU lanzaron más de dos millones de toneladas de bombas a este país. Se estima que el 30% no explotaron y a día de hoy siguen causando muertes y heridos entre la población laosiana. El MAG se encarga de localizar y hacer detonar esas bombas de manera segura, así como de dar formación para que la población sensible al peligro, sobre todo niñ@s, sepan identificarlas y den aviso a una persona adulta.
La provincia que estaba visitando fue una de las más bombardeadas durante la guerra de Vietnam. Me impresionaba sobre manera el saber que cerca de donde me encontraba, a pocos kilómetros, todavía quedaban bombas sin explotar.
Phonsavan es una pequeña ciudad en la que la gente ha sabido darle al material bélico una segunda función.
Después de comer una sopa de noodles en el mercado, me dirigí al centro para el visitante del MAG. Como ya comenté en otro post, Laos tiene el triste récord de ser el país más bombardeado del mundo. Entre 1964 y 1973, los EEUU lanzaron más de dos millones de toneladas de bombas a este país. Se estima que el 30% no explotaron y a día de hoy siguen causando muertes y heridos entre la población laosiana. El MAG se encarga de localizar y hacer detonar esas bombas de manera segura, así como de dar formación para que la población sensible al peligro, sobre todo niñ@s, sepan identificarlas y den aviso a una persona adulta.
La provincia que estaba visitando fue una de las más bombardeadas durante la guerra de Vietnam. Me impresionaba sobre manera el saber que cerca de donde me encontraba, a pocos kilómetros, todavía quedaban bombas sin explotar.
Phonsavan es una pequeña ciudad en la que la gente ha sabido darle al material bélico una segunda función.
Salí del centro de visitantes con la idea de volver al día siguiente a ver un documental que proyectarían a la tarde.
Al día siguiente iría a visitar la plana de las jarras. Me acosté temprano con idea de recuperar el sueño perdido.
Al día siguiente iría a visitar la plana de las jarras. Me acosté temprano con idea de recuperar el sueño perdido.
Día trotero
Dejé el pueblito de Banna y volví a coger el bote de vuelta a Nong Khiaw. En menos de una hora estábamos de nuevo en tierra firme. Conseguí enlazar sin problemas con el bus que me llevaría a Luang Prabang. Tenía claro que no quería hacer noche en LP ya que había visitado anteriormente esta ciudad.
En el trayecto de Nong Khiaw a LP hay un montón de obras. La empresa China Power está por todos los lados. Están construyendo presas en el norte, evidentemente se beneficiarán y conseguirán la electricidad a precios irrisorios, "chinese way", como me comentaba el compañero de bus con el que compartí reflexiones. China tiene también asignado un proyecto ferroviario para enlazar ambos países. La empresa solo contrata trabajadores chinos, algo totalmente llamativo en un país tan pobre como Laos. Hoy un canadiense me comentaba que los chinos estarán untado el bolsillo de algún que otro oficial laosiano para que esto ocurra. ¡Cómo no!
Llegué a LP y compré el billete de bus hasta Phonsavan. Tendría que esperar 3 horas hasta la salida del bus pero preferí esta opción. Aproveché para comer y hacer alguna compra.
La chica que me vendió el billete me dijo que llegaríamos a las 3 de la madrugada a Phonsavan. Así pues, me confié y no reservé alojamiento. Esperaría a que amaneciera en la estación de bus y luego saldría a buscar cama. ¡Error! El bus, con destino final a Hanoi, Vietnam, me dejó tirada en la calle principal de la ciudad a la 1 de la madrugada.
Fui muy afortunada ya que conocí a una chica filandesa que también se paraba en Phonsavan. Petra me salvó la vida al aceptar mi proposición, decente, no seais malpensados, de compartir habitación y cama. La suerte volvía a estar de mi lado.
Las camas son de 1.60, tamaño laosiano y Batirtze. Detrás, mi salvadora.
2019(e)ko urtarrilaren 5(a), larunbata
Conviviendo con una familia laosiana
Llegué a Banna tras 40 minutos y me alojé en la guesthouse que me había recomendado una chica catalana.
Los niñ@s del pueblo jugaban y aproveché para sacarles alguna foto y vídeo.
Andaba sacando fotos, cuando varios hombres se pusieron a matar a un cerdo justo al lado nuestro. Debí poner cara de sufrimiento porque una niña me cogió del brazo y me llevó más lejos. Pronto me daría cuenta de la relación tan diferente que tienen en estos lugares con los animales. De hecho, es mucho mejor que la que tenemos nosotros ya que los animales viven en libertad hasta que deciden matarlos. Además, solo consumen carne en ocasiones especiales.
Después de visitar un poco Banna, me dirigí al pueblito Huay Sen. El poblado se encuentra a unos 30 minutos de Banna. Está muy concentrado y me gustó mucho. Comi un curry de verduras con sticky rice buenísimo.Decidí hacer otra noche en Banna para seguir explorando los pueblitos de los alrededores.
La noche anterior un hombre del pueblo me había invitado a cenar a su casa. Acepté la invitación pero cuando salí era ya de noche y no conseguí dar con ella.
A la mañana siguiente coincidí con él y le pedí disculpas por no haber podido ir a su casa. Me comentó que iba a coger bambú a su campo de arroz y me ofreció el poder acompañarle. Su mujer y su hija pequeña también vinieron. No lo dudé ni un segundo y nos pusimos en camino. Tuvimos que cruzar unas 5 veces el río.
Con el bambú recogido Kong arregló parte del porche de su casa.
A la vuelta, Kong, me invito a dormir en su casa. Le dije que esa noche ya no podía porque había dicho en la guesthouse que prolongaba mi estancia pero que al día siguiente no tendría problema en hacerlo.
La casa de Kong con su hija mediana Mali en el porche.
Y es así como pasé 4 días con esta familia laosiana. Gracias a ella pude aprender muchas cosas sobre el día a día de una familia que vive en el medio rural. La naturaleza es su hogar, se bañan en el río, comen hojas, flores, bambú, recogen plantas que luego usan con fines medicinales... En fin, una relación que nosotr@s perdimos hace tiempo ya.
Kong, Jamla, Henkou y Kong. Falta Mali
Saqué esta foto a la mañana y Mali no había vuelto a casa aún. Duerme todos los días en casa de sus abuelos. Su padre me dijo que Mali les dijo que seguiría haciéndolo así hasta que sus padres construyeran una casa sólida. Y es que en el invierno solamente el padre duerme en la casa de bambú. El resto de la familia busca refugio ante el viento y la lluvia en otras casas más seguras. Kong levantó los cimientos de lo que sería su nueva casa hace 5 años. De momento la cosa está parada a la espera de conseguir dinero. Y es que en pueblitos como éste todo el mundo tiene su campo de arroz, quien más o quien menos sus animales (cerdos, gallinas...), sus huertas y el supermercado de la jungla. Pero los ingresos económicos escasean. El arroz es la base de la alimentación de todas las familias, solamente se vende si ha habido excedente.
Y l@s niñ@s ayudan con las tareas de la casa y en todo lo que pueden. Como Donpuan y Dao que acompañaron a su madre y a la vecina a recoger bambú.
Les ayudé un poco y al llegar al pueblo me invitaron a comer en su casa. Menú: arroz y sopa de bambú. ¿Os he comentado que me encanta el bambú??
Familia muy humilde pero super generosa.
Y os preguntaréis, ¿cómo pasó esta mujer el fin de año? Los laosianos también celebraron el cambio de año, de hecho lo celebraron varios días por delante y hasta 3 días después. Su celebración no difiere mucho de la nuestra; matar un montón de animales y ponerse morados de comer y beber, por estas tierras, cerveza Lao y Lao Lao, un whisky asqueroso.
Así celebré el final de año hasta que un borrachuzo se me puso a cantar al oído y decidí que ya era hora de retirarme a mis aposentos.
Al día siguiente fui con Kong a Banpun, un pueblito a 3 horas de caminata de Banna. Me gustó mucho y la gente me pareció más sonriente y abierta que en Banna.
Las mujeres recogen estas flores para luego venderlas
La cena fue muy especial. Kong reunió a su familia y también vinieron sus vecinos. Antes de cenar, el padre de Kong comenzó a recitar una especie de canto mientras cada persona me iba colocando una pulsera. ¡Se me quedaron las dos muñecas llenas de pulseras blancas! Se trata de una tradición laosiana, una especie de ritual, para desearle buena suerte a la persona que parte, en este caso a mí. Me hicieron juntar las manos y me fueron colocando comida. Fue un momento muy especial para mí y me sentí muy agradecida.
Al día siguiente, me despedí de la familia. Las últimas palabras de Kong se me quedaron grabadas de manera negativa "if you see a friend in Muang Gnoi, tell him to come to my house" (si ves a algún amigo en Muang Gnoi, dile que venga a mi casa). Pero bueno, es lo normal. No soy la primera turista que Kong invita a su casa y tampoco seré la última. Es obvio que detrás hay un interés económico. Y es por ello que se me quitó enseguida esa mala sensación y me quedé con todo lo que había aprendido y compartido con Kong y su familia.
2019(e)ko urtarrilaren 3(a), osteguna
Muang Ngoi
A la mañana siguiente, desayunamos y cogimos el bote que en una hora nos llevaría a Muang Ngoi. No os podéis hacer la idea de lo complicado de pronunciar los nombres de estos pueblos! El bote iba a tope de gente.
Como sardinillas en lata😊
Arantxa y Cris
La vida en el río
Llegada a Muang Gnoi
Embarcadero de Muang Goi
Al llegar al embarcadero, nos esperaban varias personas para intentar vendernos sus alojamientos pero decidimos pasar de largo. El pueblo es muy pequeño y los alojamientos se encuentran en la calle principal. Dejé mi mochila a Cristina y Arantxa y empecé a preguntar por precios. Enseguida conseguí unos bungalows muy chulos, con jardín interior, por 35.000 kips (3 euros 50).
Mis amigas Cris y Arantxa tenían que planificar su salto a Vietnam y se quedaron en casa. Yo decidí subir a un mirador para ver las vistas.
La subida era muy escarpada y tenías que ayudarte de una especie de barandilla de bambú para poder progresar. En 30 minutos ya estaba en la cima.
El río Nam Ou
Bajé en un pis-pas y cené con las chicas en el Veranda. Al día siguiente nuestros caminis se separarían; ellas seguirían su camino a Vietnam y yo me quedaría unos días explorando la zona.
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